Para devolver la pintura a su edad de oro, los prerrafaelitas unieron fuerzas, unificados no por un estilo específico, sino por un deseo de “tener ideas genuinas que expresar” y un impulso para “estudiar la naturaleza con atención, para saber cómo expresarla”. John Everett Millais, uno de los fundadores del movimiento, encarnó este enfoque con su Ofelia, una pintura prerrafaelita poética y conmovedora.
Preparando la escena
El artista inglés John Everett Millais (1829-1896) empezó a pintar Ofelia en 1851—solo tres años después de que él, William Holman Hunt y Dante Gabriel Rossetti cofundaran la Hermandad Prerrafaelita.Desde una edad temprana, Millais se entrenó como pintor tradicional. Con solo 11 años, se convirtió en el estudiante más joven admitido en las prestigiosas Escuelas de la Real Academia. Durante los siguientes años, destacaría como pintor histórico antes de alejarse del currículo centrado en el Renacimiento de la academia con pinturas vanguardistas como Ofelia.
Realizada al óleo sobre un lienzo de 76 por 112 centímetros, la pintura retrata la muerte de Ofelia, un personaje de Hamlet de William Shakespeare (ca. 1599-1601). En la obra, Ofelia se vuelve loca y se ahoga al descubrir que su enamorado, Hamlet, ha matado a su padre. Aunque la escena de su muerte no está explícitamente representada en la obra, es descrita con poético detalle por la madre de Hamlet, la reina Gertrudis, en el acto IV, escena VII:“Junto a un río un sauce al sesgo crece,
cuyas canudas hojas se reflejan
en las corrientes aguas cristalinas;
allí la cien ceñida de fantásticas
guirnaldas de ranúnculos y hortigas,
de mayas y purpúreas abejeras
a las que nombre menos decoroso
da el rústico pastor, y que las castas
doncellas llaman dedos de difuntos;
allí, trepando por colgar sus flores
de los pendientes ramos, se quebranta
un vástago envidioso, y juntamente
con sus trofeos rústicos, la pobre
al quejumbroso arroyo cae. Sus ropas
la sostuvieron, huecas y extendidas,
sobre las raudas aguas cual sirena,
y en tanto iba cantando de tonadas
antiguas trozos mil, como ignorante
de su peligro, o como ser criado,
nacido en aquel húmedo elemento.
Poco duró, que al cabo sus vestidos,
pesados con el agua que absorbían,
interrumpiendo su cantar sabroso,
a cenagosa muerte la arrastraron”.
El cuadro de Millais retrata a Ofelia momentos después de que cae al “quejumbroso arroyo” mientras intentaba colgar guirnaldas de flores silvestres “de los pendientes ramos” de un árbol. Mientras que sus faldas de “sirena” la mantuvieron a flote al principio, pronto se volvieron “pesadas con el agua que absorbían”. Mientras se hunde, canta suavemente para sí misma, hasta que encuentra con su trágica y “cenagosa muerte”.
El proceso artístico
Para poder capturar el espíritu de esta “cenagosa muerte”, Millais optó por pintar al aire libre—una técnica característica del prerrafaelismo. Durante cinco meses se instaló a la orilla del río Hogsmill en Surrey, en la región Sudeste de Inglaterra, y se dio a la durísima tarea de documentar las plantas locales.“Mi martirio es más difícil que cualquiera que haya experimentado hasta ahora”, se lamentó. “Las moscas de Surrey son más musculosas, y tienen una mayor propensión a probar la carne humana . . . Me amenazan con tener que comparecer ante un magistrado por invadir un campo y destruir el heno. . . también estoy en peligro de ser llevado por el viento al agua, y de intimar con los sentimientos de Ofelia cuando se hundió en una cenagosa muerte, junto con la (menos probable) desaparición total, por la voracidad de las moscas”.
Elizabeth Siddal, la modelo de diecinueve años de Millais, no lo tuvo más fácil. Artista y musa favorita de Millais y sus compañeros prerrafaelitas (incluyendo su futuro marido, Dante Gabriel Rossetti), Siddal estaba familiarizada con el proceso de posar para una pintura. Sin embargo, interpretar el papel de Ofelia mientras se ahogaba resultó ser una tarea particularmente difícil. Vestida con lo que Millais describió con entusiasmo como “un antiguo vestido de dama realmente espléndido—todo lleno en bordados de plata”, Siddal posó en una bañera llena de agua. Durante una sesión, las lámparas de aceite responsables de mantener el agua caliente se apagaron, y Siddal se enfermó gravemente como resultado (Millais terminó pagando sus facturas médicas a petición de su padre).
Tras este proceso creativo bastante incómodo (“ciertamente la pintura de un cuadro en tales circunstancias sería un mayor castigo para un asesino que la horca”, comentó Millais), Ofelia fue terminada en 1852 y expuesta en la Real Academia de Arte ese mismo año.
Legado floreciente
Si bien Ofelia fue inicialmente recibida con críticas mixtas (un crítico la llamó un “tour de force de la representación detallada”, mientras que otro la consideró “perversa”), desde entonces se ha convertido en el pináculo de la pintura prerrafaelita. Además de capturar el énfasis del movimiento en el naturalismo, la pintura también incluye elementos de floriografía, o el “lenguaje de las flores”.
Delicadamente creada con una gama de tonos, la flora que flota alrededor de Ofelia es uno de los motivos más celebrados de la pintura. Sin embargo, las detalladas flores dicen más de lo que se ve a simple vista, ya que cada una sirve como símbolo. Algunas de las plantas que aparecen en el cuadro son mencionadas por Shakespeare, que a menudo asignaba significados a las flores; otras fueron seleccionadas cuidadosamente por Millais, que había cultivado un interés en el “lenguaje de las flores”—un sistema en el que se utilizan flores para enviar mensajes codificados.
“Las rosas cerca de la mejilla y el vestido de Ofelia, y la rosa del campo en la orilla, pueden aludir a que su hermano Laertes la llama ‘rosa de mayo'”, explica el Tate. “El sauce, la ortiga y la margarita se asocian con el amor perdido, el dolor y la inocencia. Los pensamientos hacen referencia al amor en vano. Las violetas, que Ofelia lleva en una cadena alrededor de su cuello, representan la fidelidad, la castidad o la muerte joven; cualquiera de estos significados podría aplicarse aquí. La amapola significa muerte. Los nomeolvides flotan en el agua”.
Aunque arraigado en la antigüedad, este principio se volvió excepcionalmente popular en la Inglaterra victoriana y, con las preciadas flores de Ofelia al frente, sin duda seguirá floreciendo en los años venideros.
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