Cuando piensas en París, seguro te vienen a la mente sus ilustres monumentos. Si bien algunos de ellos datan de la Edad Media, muchos otros fueron construidos durante la Belle Époque.
Esta “edad de oro” tuvo lugar a finales del siglo XIX, y dio origen a estructuras icónicas como la Torre Eiffel y a los emblemáticos letreros del metro de París. Sin embargo, la arquitectura no fue lo único que se transformó durante la Belle Époque; el arte y la literatura francesa también tuvieron grandes avances en este periodo, culminando en un fenómeno cultural como ningún otro.
¿Qué fue la Belle Époque?
Traducida literalmente como “la bella época“, la Belle Époque de París tuvo lugar entre 1871 y 1914. Durante este periodo, varios aspectos de la cultura parisina experimentaron cambios importantes. En las bellas artes, los pioneros impresionistas, cubistas y fauvistas revolucionaron la pintura, y los diseñadores gráficos elevaron el grabado a una forma de arte. Los arquitectos ejecutaron planes para un nuevo París, mientras que los escritores dejaron su huella con un enfoque más moderno de la narrativa.
Y ¿qué fue lo que desencadenó esta edad de oro? Para descubrirlo, uno debe entender el contexto de este evento cultural en la historia.
Contexto histórico
En el verano de 1871, la Ciudad de la Luz estaba recuperándose de la caída de la Comuna de París. La Comuna de París fue un gobierno revolucionario que surgió como resultado de la derrota de Francia durante la guerra franco-prusiana y, por consiguiente, el colapso del segundo Imperio de Napoleón III. Respaldada por la Guardia Nacional, esta comuna radical de izquierda tomó el poder el 18 de marzo y gobernó París hasta el 28 de mayo, cuando la ciudad fue reclamada por el ejército francés—pero no sin dar pelea.
Durante el violento enfrentamiento, se incendiaron varios edificios en todo París—incluyendo los edificios Haussmann en la bulliciosa rue de Rivoli, el Hôtel de Ville, o el ayuntamiento de París, y más simbólicamente, el Palacio de las Tullerías. Como resultado, el nuevo gobierno tuvo que darse a la tarea de reconstruir París. Mientras que algunos edificios fueron restaurados a su estado original, otros fueron reconstruidos en un nuevo estilo o reemplazados por completo. En cualquier caso, estos proyectos marcaron el comienzo de un nuevo periodo de París: la Belle Époque.
Contribuciones culturales
Arquitectura icónica
El desarrollo arquitectónico durante la Belle Époque fue realmente magistral. Además de la Torre Eiffel— un “gran pilón” diseñado para ser la entrada a la Exposición Universal de 1889—durante esta época también se construyeron la Gare d'Orsay (conocida hoy en día como el Museo d'Orsay), el Petit Palais, el Grand Palais y el Palais Garnier, la imponente ópera de París. Los espectaculares domos de las grands magasins, o tiendas departamentales, cambiaron el paisaje urbano; las entradas art nouveau transformaron el metro; y la catedral romana-bizantina de Sacré-Coeur dio nueva vida al centro de París.
Arte vanguardista
Durante el final de siglo en París, el arte experimentó una transformación vanguardista. Hasta la década de 1870, la mayoría de los pintores franceses trabajaba bajo los gustos tradicionales dictados por la Académie des Beaux-Arts. Esta prestigiosa organización organizaba muestras anuales que exhibían una selección de arte cuidadosamente curada. Normalmente, el jurado elegía piezas con temáticas tradicionales, desde retratos históricos hasta alegorías religiosas. En respuesta a estos estándares estrictos, un grupo de artistas—entre ellos Claude Monet, Pierre-Auguste Renoir, Edgar Degas y Camille Pissarro—empezaron a pintar en un estilo caracterizado por pinceladas gruesas y temáticas ordinarias. Los artistas comenzaron a organizar exhibiciones independientes, y eventualmente serían conocidos como los impresionistas.
Los impresionistas abrieron el camino para otros movimientos modernistas, como el colorido fauvismo, el cubismo abstracto, y el ecléctico postimpresionismo. Además de la pintura, la Belle Époque vio grandes evoluciones en el diseño gráfico, cuando Jules Chéret, el “padre del póster moderno”, introdujo las litografías a color. Con esta nueva tecnología, artistas como Herni de Toulouse-Lautrec y Alphonse Mucha inmortalizaron los cafés, cabarets y bares que dieron vida a la capital francesa.
Autores notables
Durante la Belle Époque, París se convirtió en un centro para la literatura. Entre las figuras más importantes se encuentran el pionero de los cuentos cortos Guy de Maupassant y el novelista, dramaturgo y periodista naturalista Émile Zola. Hasta el autor romántico Victor Hugo—quien creció en París pero vivió en el exilio desde 1851—regresó a la capital francesa en 1871 a la edad de 68 años.
Aunque escribió sus obras más famosas basadas en París años antes (El jorobado de Notre-Dame y Los miserables en 1831 y 1862, respectivamente), su trabajo y su amor de toda la vida por París sin duda inspiraron a los escritores a mudarse a la capital durante la Belle Époque.
El fin de una era
La edad dorada de París inició por un conflicto militar, y se extinguió por las mismas razones. El inicio de la Primera Guerra Mundial puso fin a este periodo de prosperidad, ya que los recientes avances culturales de París se vieron ensombrecidos por los esfuerzos de movilización militar. De hecho, fue durante la guerra que la Belle Époque recibió retroactivamente este nombre romántico.
Aunque la era terminó hace mucho tiempo, su presencia todavía puede verse y sentirse en toda la Ciudad de la Luz, lo que ilustra el alcance de su influencia y el inalterable legado de París. “El que contempla las profundidades de París se siente invadido por el vértigo”, escribió Victor Hugo. “Nada es más fantástico. Nada es más trágico. Nada es más sublime”.
Artículos relacionados:
5 Museos imperdibles de París (que no son el Louvre o el Museo de Orsay)
Videos de 130 años de antigüedad te permiten explorar París durante la ‘Belle Époque’
6 lugares de París donde aún puedes experimentar la magia medieval de Notre Dame
Echa un dulce vistazo a la chocolatería más antigua de París