Se dice que París es una de las ciudades más hermosas del mundo, y esto se debe en parte a su arquitectura. Con sitios como la torre Eiffel y el Museo d'Orsay, la “ciudad de las luces” es conocida por sus grandiosos monumentos. Sin embargo, además de estos impresionantes sitios turísticos, París también posee excelencia arquitectónica a una escala mucho más pequeña, tal como demuestra su distintiva colección de letreros art nouveau del metro.
Diseñadas por el arquitecto francés Hector Guimard a principios del siglo XX, estas entradas vanguardistas simbolizan las tendencias artísticas y arquitectónicas de la Edad Dorada de la ciudad. Estos letreros cautivan la imaginación del público hasta el día de hoy, manteniendo vivo el espíritu del movimiento art nouveau y trasladando a los transeúntes a la Belle Époque parisina.
Hector Guimard y el movimiento art nouveau
Hector Guimard nació en Lyon, Francia, en 1867. A los 15 años ingresó al École nationale supérieure des arts décoratifs de París, una escuela dedicada a las artes decorativas. Ahí estudió el trabajo de Eugène Emmanuel Viollet-le-Duc, el arquitecto responsable de varios trabajos de restauración en toda Francia (incluyendo la completa remodelación de la catedral de Notre Dame a mediados del siglo XIX).
Si bien el trabajo de Viollet-le-Duc sirvió de modelo a Guimard, éste último halló inspiración no en su interés por lo neogótico, sino en su visión lógica hacia la arquitectura. “Solo apliqué la teoría de Viollet-le-Duc, pero sin dejarme seducir por las formas medievales”, escribió Guimard en una carta a L.C. Boileau. Esta reinterpretación de las ideas de Viollet-le-Duc eventualmente sentaría las bases para el movimiento art nouveau.
Guimard se convirtió un pionero de la estética del art nouveau en la década de 1890 gracias a dos proyectos en París: la tipografía y numeración de las calles del Hotel Villa de la Réunion y el diseño completo del Castel Béranger. En ambos casos, Guimard incorporó varios elementos característicos del art nouveau, incluyendo un interés estético en la naturaleza, el uso de líneas curvas y siluetas sinuosas, y una preferencia por formas balanceadas pero asimétricas.
Tras el éxito de ambos, a Guimard se le asignó su proyecto más ambicioso hasta la fecha: diseñar las entradas de las estaciones subterráneas de la ciudad.
Entradas de Paris Métropolitain
En los años previos a la Exposition Universelle, la feria mundial que tuvo lugar en el año 1900, París estaba en el proceso de construir el Métropolitain, o Métro, una nueva red de transporte público. Con la intención de hacer que los componentes exteriores del sistema subterráneo fueran agradables a la vista, la Compagnie du chemin de fer métropolitain de Paris, o la Compañía de Ferrocarriles Metropolitanos de París, pidió a Guimard que diseñara entradas que fueran “tan elegantes como fuera posible“.
Para cumplir con este requisito, Guimard optó por hacer sus entradas de hierro forjado y concreto, pintándolas de una tonalidad de verde que recuerda al latón oxidado. El uso del hierro fundido le permitió construir las formas curvas características de su estilo, mientras que el hormigón facilitó la incorporación de detalles esculpidos en cada diseño—ya sea como una estructura de édicule techada o como un modelo entourage abierto.
Édicule
La entrada de metro tipo édicule (“kiosko”) de Guimard cuenta con un toldo de vidrio en forma de abanico. Sin duda inspirado en las delicadas alas de una libélula (uno de los principales motivos del art nouveau), este estilo encarna el interés del movimiento por reinterpretar formas orgánicas como objetos funcionales. Hoy en día, sólo quedan dos entradas originales de este tipo en París.
Entourage
El otro estilo de entrada diseñado por Guimard se conoce como entourage (“cercado”). Este tipo consiste de dos postes serpenteantes con forma de tallos unidos por un arco igualmente sinuoso. Cada tallo está rematado con una esfera roja brillante que recuerda al ojo de un insecto o a un botón floral.
Tanto las entradas tipo édicule como las entourage están adornadas con letreros con la leyenda “Métropolitain” o “Métro“, en una tipografía que ha llegado a representar el art nouveau.
Tipos de letreros similares
Entre 1900 y 1912, se instalaron 141 entradas diseñadas por Guimard en todo París. Hoy solo quedan 86—aunque suelen confundirse con otros letreros estéticamente similares.
Val d'Osne
En los años 20, la compañía Nord-Sud (la operadora de los trenes subterráneos del metro) decidió añadir más letreros de paradas de metro por toda la ciudad. El primero de estos diseños es el de Val d'Osne, un estilo que rodea la palabra “METRO” con un elaborado marco de hierro fundido coronado con una farola redonda.
Dervaux
La variedad Val d'Osne fue sucedida por el modelo Dervaux. Introducidos en la década de 1930, estos postes se fabricaron en el apogeo del movimiento art déco. Esta sincronización es evidente en su diseño, que incluye la palabra “METRO” dentro de un marco con una silueta estilizada y acentos lineales.
Diseños de la posguerra
Después de la Segunda Guerra Mundial, los letreros del metro de París dejaron de tener farolas y se volvieron más minimalistas. Si bien muchos—incluyendo los letreros con una sencilla “M” amarilla dentro de un círculo—abandonaron el esquema de colores y la construcción de hierro fundido de Guimard, algunos mantuvieron esta estética como un homenaje final al artista.
El legado de Guimard
En los años posteriores a su instalación, las entradas del metro diseñadas por Guimard fueron objeto de críticas contradictorias. Mientras que muchas personas—incluido el maestro del surrealismo Salvador Dalí, quien dijo que las “entradas divinas… . pueden descender a la región del subconsciente de la estética viviente y monárquica del mañana”—alabaron sus elaborados diseños, otros pensaban que eran demasiado exagerados e incluso “poco franceses”.
No obstante, durante la segunda mitad del siglo XX, las estructuras comenzaron a ser aceptadas como parte del paisaje de la ciudad. Hoy en día, las 86 entradas restantes están clasificadas como monumentos históricos, lo que garantiza que seguirán siendo un elemento básico de las calles parisinas en los años venideros.
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