Durante la vida de un artista, es de esperar que su estilo, enfoque y temática cambien con el tiempo. Este fenómeno está presente sobre todo en la evolución de los pintores más famosos del arte moderno, desde la abstracción de Monet hasta los colores vivos de Van Gogh. Si bien es prevalente entre los grandes maestros, esto es particularmente notable en las pinturas de Pablo Picasso.
Con una carrera profesional que abarcó 79 años y que abarcó pintura, escultura, cerámica, poesía, diseño de escenografía y escritura, su tendencia de experimentar con el arte no es sorprendente. Sin embargo, la extensión de los cambios en todas estas disciplinas—específicamente en la pintura—es verdaderamente excepcional. Es por esto que para ver su evolución estilística, su trabajo suele dividirse en periodos: obras tempranas, periodo azul, periodo rosa, periodo africano, cubismo, neoclasicismo, surrealismo y obras tardías.
A continuación exploraremos cada uno de estos cambios, empezando por una fase que a menudo es pasada por alto: las raíces de Picasso en el realismo.
Obras tempranas
Pablo Picasso nació en Málaga en 1881. Era hijo de dos padres artísticos, y desde muy temprana edad, su padre le enseñó técnicas formales de dibujo, llegando a dominar el arte de la pintura al óleo a los ocho años de edad.
Con solo trece años, Picasso comenzó su carrera como artista. En esta época, trabajó en un estilo realista; pintaba a sus sujetos de una manera auténtica, usando paletas de colores que iban de acuerdo con la realidad. Le gustaba especialmente pintar escenas inspiradas en su fe católica y retratos de los miembros de su familia.
Este enfoque académico y tradicional es evidente en sus pinturas inspiradas en la Iglesia y en sus retratos de seres queridos, como en El monaguillo y Retrato de la madre de la artista, respectivamente.
Sin embargo, a partir de 1897 sus pinturas empezaron a perder el realismo. Sin duda inspiradas por el expresionista Edvard Munch y el pintor postimpresionista Toulouse-Lautrec, estas piezas—como Lola, la hermana del artista—muestran el interés de Picasso en experimentar con estilos más libres y vanguardistas.
“El mundo de hoy no tiene sentido”, dijo alguna vez Picasso, ” así que, ¿por qué debería de pintar cuadros que sí lo tengan?”
Periodo azul (1901-1904)
En 1901, Picasso abandonó el realismo por completo. Esto es particularmente claro en su elección de color, que evolucionó de colores naturalistas a tonalidades más frías. Este cambio de pigmentación duró hasta 1904, y hoy es conocido como el periodo azul del artista.
Las obras producidas en este periodo son sombrías tanto en color como en temática—un enfoque probablemente provocado por una depresión tras el suicidio de un amigo cercano. Las piezas monocromáticas incluyen figuras que viven en la pobreza o en la desgracia, como el melancólico guitarrista en El viejo guitarrista ciego, la triste Bebedora de absenta, y La madre y el hijo, quienes se abrazan dentro de una sucia prisión para mujeres.
El periodo azul (y la depresión) de Picasso duró hasta 1904. Para entonces, sujetos menos solemnes y colores más cálidos empezaron a aparecer en sus pinturas.
Periodo rosa (1904-1906)
Durante la transición de Picasso a su periodo rosa en 1904, el artista siguió representando figuras en su estilo característico. Si bien los tonos azules están presentes en estas pinturas, suelen contrastar con tonalidades más cálidas. Después de mudarse a Montmartre, un distrito bohemio de París, cambió su enfoque de individuos viviendo en la desesperación a los artistas, incluyendo arlequines, acróbatas y otros artistas de circo.
En este tiempo, Picasso comenzó a experimentar con el primitivismo, un estilo que finalmente adoptaría en 1906.