Cuando piensas en la Revolución francesa, ¿qué es lo primero que viene a tu mente? Probablemente imaginas el caos en las calles de París; tal vez veas a las figuras más importantes del movimiento; o, quizás, simplemente pienses en la bandera francesa ondeando victoriosamente. En La Libertad guiando al pueblo, una obra a gran escala pintada en 1830, el artista romántico Eugène Delacroix exploró estos tres motivos, dando vida a un lienzo que personifica el espíritu de la Revolución.
¿Qué fue la Revolución francesa?
La Revolución francesa fue un periodo de agitación política y social que convulsionó al país a finales del siglo XVIII. El movimiento inició oficialmente con la toma de la Bastilla, el 14 de julio de 1789.
Ese día, un grupo de sublevados, en su mayoría artesanos y propietarios de tiendas, invadió violentamente la Bastilla, una fortaleza medieval convertida en prisión estatal. Además de liberar a los presos políticos, los revolucionarios esperaban obtener acceso a la pólvora que se almacenaba en las instalaciones.
¿Contra qué se rebelaban? En el fondo, no estaban contentos con la familia real de Francia, cuya riqueza excesiva contrastaba y contribuía a su propio sufrimiento. Con salarios bajos y obligados a pagar impuestos excesivos, los ciudadanos de Francia no podían alimentarse a sí mismos ni a sus familias, lo que desató una serie de revueltas. Si bien la mayoría de estos enfrentamientos ocurrieron durante un período de diez años (1789 a 1799, lo que hoy se conoce como la Revolución francesa), algunos se extendieron hasta el siglo XIX, como la Revolución de Julio, un evento que Delacroix documentó en La Libertad guiando al pueblo.
La Revolución de Julio
Delacroix pintó La Libertad guiando al pueblo en 1830, el mismo año que la Revolución de Julio cambió radicalmente la historia de Francia. La Revolución de Julio—también conocida como las Trois Glorieuses (“Tres Gloriosas”)—fue un conflicto que tuvo lugar el 27, 28 y 29 de julio.
Al igual que los enfrentamientos durante la Revolución francesa, esta batalla se produjo debido a opiniones diferentes sobre quién debería gobernar Francia. En este caso, diferentes bandos apoyaban a la Casa de Borbón o la Casa de Orléans. En ese momento, Carlos X de la Casa de Borbón había estado en el poder desde 1824. Sin embargo, después de esta batalla de tres días, fue derrocado y sucedido por Louis-Philippe, un líder de la Casa de Orléans.
Esta importante reforma llevó el poder de la Restauración borbónica a la Monarquía de Julio, una monarquía constitucional, marcó un hito importante en los ciclos revolucionarios de Francia, e inspiró a Delacroix a pintar La Libertad guiando al pueblo.
La Libertad guiando al pueblo
Pintada en el otoño de 1830, La Libertad guiando al pueblo ofrece una visión contemporánea de este gran evento y nos muestra las calles de París en ese momento (la Catedral de Notre Dame alcanza a verse al fondo, entre el humo). Llena de simbolismo, esta pintura a gran escala muestra a los parisinos siguiendo a una figura femenina. Con la intención de encarnar el concepto de libertad, comúnmente se cree que este personaje alegórico es una versión temprana de Marianne, una personificación de la República Francesa.
Desde la Revolución, Marianne ha sido uno de los símbolos de la República Francesa. Esta figura suele ser retratada sujetando la bandera tricolor—de color rojo, blanco y azul que representaba a los revolucionarios y que hoy es la bandera nacional—mientras porta un gorro frigio. Este sombrero fue elegido estratégicamente por los revolucionarios debido a su simbolismo.
“El gorro frigio, el símbolo de la libertad, solía ser usado por esclavos liberados en Grecia y Roma” explica el Ministerio de Europa y Asuntos Exteriores de Francia. “Los marinos mediterráneos y los convictos que manejaban las galeras también llevaban un tipo similar de gorro, y se cree que los revolucionarios del sur de Francia adoptaron este sombrero”.
Con la bandera en la mano, esta figura es sin lugar a dudas la protagonista simbólica de la pintura. Sin embargo, no es la única figura a la que vale la pena prestar atención. Detrás de ella, una multitud celebra su victoria. Para capturar la amplia diversidad de los revolucionarios, Delacroix decidió retratar a personas de todas las clases sociales, entre ellas un individuo rico con sombrero de copa, estudiantes, soldados e incluso un joven muchacho de clase trabajadora que apunta una pistola al aire.
Delacroix pintó La Libertad guiando al pueblo para expresar su apoyo a la causa, conmemorar a quienes arriesgaron sus vidas durante la Revolución de Julio y, sobre todo, honrar a Francia. “He abordado un tema moderno, una barricada, y aunque no haya luchado por mi país, al menos tenía que pintar por él”, dijo el artista. “Me ha devuelto el buen humor”.
Procedencia y legado
En 1831, el gobierno francés compró la pintura. La pieza estaba destinada a adornar la sala del trono del Palacio de Luxemburgo de París, pero finalmente se consideró “demasiado revolucionaria” y fue devuelta a Delacroix. En las siguientes décadas, se exhibió en diferentes lugares, hasta que finalmente encontró un hogar permanente en el Louvre en 1874.
Desde entonces, La Libertad guiando al pueblo ha sido una de las piezas más importantes de la colección de pinturas francesas del museo. Actualmente, se exhibe entre otras obras románicas a gran escala. Aunque comparte un cierto nivel de dramatismo con sus pinturas vecinas, La Libertad guiando al pueblo destaca sobre los otros lienzos, ya que ofrece a los espectadores una “combinación perfecta de documento y símbolo, realidad y ficción, realidad y alegoría”.
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