A finales del siglo XIX, el postimpresionismo hizo su aparición en Francia. Unificado por un enfoque subjetivo hacia la pintura, este gran movimiento artístico fue iniciado por Vincent van Gogh y Paul Cézanne, un pintor francés cuyo trabajo se caracteriza por pinceladas pictóricas, un enfoque vanguardista sobre la perspectiva y una paleta de colores intensos.
Además de ser una figura clave del postimpresionismo, Cézanne es considerado el antecesor del fauvismo y un precursor del cubismo. Dada su importancia en estas corrientes revolucionarias, Cézanne es una de las figuras más influyentes del arte moderno.
¿Quién es Cézanne?
Paul Cézanne nació en Aix-en-Provence, una comuna en el sur de Francia, en 1839. Aunque vivió y trabajó principalmente en esta región, también pasó tiempo en París, donde expuso con artistas impresionistas como Claude Monet y Mary Cassatt.
Aunque trabajó estrechamente con estas figuras, Cézanne no se consideraba un impresionista. A diferencia de los miembros de este grupo, el pintor prefería trabajar en un estudio a pintar en plein air. Además, Cézanne rechazó sus procesos aparentemente espontáneos en favor de composiciones organizadas y ordenadas. A este artista tampoco le interesaba capturar impresiones efímeras de sus sujetos—una característica del impresionismo—y se enfocó en el simbolismo y la substancia en lugar del estilo. “Quería hacer del impresionismo algo sólido y duradero como el arte de los museos”, afirmó el pintor (Joachim Gasquet's Cézanne: A Memoir With Conversations).
Como resultado de su enfoque artístico, Cézanne desarrolló una estética única que se distingue firmemente de la de sus contemporáneos.
Estética
Pinceladas “constructivas”
A principios de su carrera, Cézanne usó cuchillos de paleta para producir pinturas altamente texturizadas. Sin embargo, después de trabajar con los impresionistas, Cézanne se sintió inspirado a adoptar nuevos métodos para aplicar la pintura.
Al igual que los impresionistas, Paul Cézanne adoptó una técnica de “pinceladas rotas”. Sin embargo, a diferencia de los brochazos rápidos de que caracterizan las obras impresionistas, Cézanne usó “pinceladas constructivas“—marcas acomodadas meticulosamente para crear formas geométricas. Como el pintor evitaba el uso de líneas oscuras, se valía de estas pinceladas contrastantes para “definir los contornos de los objetos cuando sus puntos de contacto son tenues y delicados”.
Colores brillantes
Además de las pinceladas pictóricas, las pinturas de Cézanne también se caracterizan por una paleta de colores reconocible. Si bien muchos de sus primeros trabajos se componen de tonos sombríos, eventualmente adoptó colores saturados.
Este tratamiento tonal es particularmente pronunciado en sus paisajes, como sus radiantes vistas de Mont Sainte-Victoire. En esta soleada serie, Cézanne reduce las montañas, árboles y casas mediterráneas de la campiña provenzal a coloridos bloques fragmentados pero hermosos. Estos planos policromáticos le dan una sensación de profundidad a cada panorama que muestran el enfoque vanguardista de Cézanne para capturar la naturaleza. “Estaba contento conmigo mismo cuando descubrí que la luz del sol no podía reproducirse”, explicó, de acuerdo con Renoir. His Life and Work. “Tenía que representarse con otra cosa…con color”.
Perspectiva distorsionada
En sus pinturas, Cézanne solía rechazar las representaciones realistas del espacio en favor de composiciones más creativas. Esto es particularmente evidente en sus bodegones, en las que frecuentemente aparecían frutas, botellas y otros objetos cotidianos sobre mesas inclinadas y desordenadas.
En estas pinturas, Cézanne jugó con la perspectiva y aplanó superficies para mostrar el mismo arreglo desde múltiples ángulos al mismo tiempo. El pintor logró esto haciendo énfasis en cada objeto en lugar de la escena como un todo, dando como resultado composiciones llamativas y extravagantes. Este principio de distorsión después sería un elemento importante del cubismo, como el artista Georges Braque señaló en 1957: “Las reglas de perspectiva duras y rápidas que se impusieron en el arte fueron un error espantoso que llevó cuatro siglos corregir; Paul Cézanne y después de él, Picasso y yo podemos tomar mucho crédito por esto”. Combinado con sus pinceladas analíticas y su paleta de colores vivos, este enfoque único sobre perspectiva fue lo que eventualmente llevaría a Picasso a llamar a Cézanne “el padre de todos nosotros”.
Obras importantes
Los jugadores de cartas
A principios de la década de 1890, Cézanne produjo una serie de cinco pinturas llamadas Los jugadores de cartas. Aunque estos trabajos se centran en temas similares, difieren ligeramente en el número de figuras y su enfoque estilístico.
Por ejemplo, la pintura de Los jugadores de cartas de 1894-5 es uno de los tres lienzos que muestra a dos jugadores de cartas. Debido a que es una de las piezas finales de la colección, esta pieza en particular contiene pinceladas más “constructivas”—anticipando el estilo que definiría los últimos años de Paul Cézanne.
Las bañistas
La obra maestra de Cézanne, que también es considerada como una de las pinturas más importantes del arte moderno, se titula Las bañistas. Esta gran pintura al óleo mide 2.1 x 2.5 metros y muestra a un grupo de mujeres desnudas descansando junto a un lago. Cézanne pintó varias interpretaciones de de este tema a lo largo de su carrera y pasó siete años trabajando en su versión más famosa, que dejó incompleta al momento de su muerte en 1906.
Esta enorme pintura evoca la obra de maestros clásicos como Tiziano y Rubens en su contenido. Al igual que ellos, Cézanne capturó una atmósfera de ocio romántico. Sin embargo, para mantenerse fiel a su propio punto de vista artístico, el pintor abstrajo las figuras y el fondo como marcadas formas geométricas.
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