A principios del siglo XX, un pequeño grupo de artistas cambió para siempre la forma en la que el mundo percibía el arte. Rompiendo con las convenciones y yendo más allá de los límites de la tradición, estos artistas revolucionarios sentaron las bases para el arte moderno. Como miembro de este grupo, el pionero Henri Matisse fundó uno de las primeras corrientes de arte moderno: el fauvismo.
Sin dejarse intimidar por los críticos, Matisse siguió sus instintos y fue en contra de las tendencias para desarrollar un estilo expresivo que tendría enormes repercusiones. Como amigo y rival de Picasso, quien era 11 años más joven, Matisse desafió los límites e inspiró a otros artistas a seguir su ejemplo.
Con una carrera que abarcó 50 años, el artista francés actualmente es considerado uno de los pintores más importantes del siglo XX. Desde su temprano uso del color para crear luz y sombra hasta su trabajo posterior con papel cortado, Matisse desafió continuamente los límites de su creatividad. Para celebrar su arte y sus contribuciones a la historia del arte, echemos un vistazo a 6 de las pinturas más famosas de Matisse.
Estas famosas pinturas de Henri Matisse ayudaron a revolucionar el mundo del arte.
Mujer con sombrero (1905)
Cuando este retrato de la esposa de Matisse, Amélie, fue expuesto junto a esculturas más clásicas en el Salón de Otoño, una exposición de arte independiente en París, el movimiento fauvista hizo su primera aparición. En ese momento, la obra fue rechazada por los críticos, quien encontraron chocantes sus pinceladas sueltas, sus colores antinaturales y su calidad inacabada. Para Matisse, Mujer con sombrero marcó el inicio de un viaje hacia un nuevo estilo expresivo. En definitiva, la pintura ayudó a sentar las bases para un nuevo tipo de retrato, uno que no respetaba estrictamente las representaciones realistas.
Aunque al principio Matisse se sintió decepcionado por la recepción que tuvo este cuadro, su ánimo se levantó cuando fue adquirido por la familia Stein, a la que pertenecían los famosos coleccionistas Gertrude y a su hermano Leo. Gertrude, en particular, fue una gran defensora de las vanguardias, e incluso llegó a ser inmortalizada en un retrato de Picasso.
La raya verde (1905)
El segundo retrato de la esposa de Matisse fue tan controversial como el primero. En La raya verde, Matisse lleva su audaz uso del color al extremo pintando una línea verde en el centro de su rostro. Lo que puede parecer una decisión estética extrema fue en realidad un intento de Matisse por producir luz, sombra y volumen sin usar técnicas tradicionales. Una vez más, los críticos se burlaron de la imagen; uno de ellos llegó a afirmar que forzaba a los espectadores a ver a la esposa del pintor en “un aspecto extraño y terrible”. Aún así, al mirar los posteriores retratos cubistas de Picasso, la influencia de Matisse es innegable.
La alegría de vivir (1905/1906)
Con su monumental pintura al óleo La alegría de vivir, Matisse retomó lo que había empezado en el Salón de Otoño de 1905. Este gran lienzo fue la forma de Matisse de confirmar que se adhería a todo lo que los fauvistas representaban, incluso si los críticos de la época no apreciaban su innovadora visión del arte. Los colores vivos y la negativa de Matisse a seguir las normas espaciales fue una revolución. Ignorando cómo el arte occidental juega típicamente con la escala y la proporción, Matisse puso la tradición de cabeza. Al hacerlo, creó lo que algunos consideran una de las piezas más importantes del arte moderno.
Comprado por Gertrude Stein, este cuadro estuvo colgado en su apartamento de París, donde tenía sus reuniones semanales con muchos artistas. Aquí fue donde un joven Picasso vio el cuadro, y estaba tan decidido a superar a Matisse que empezó a trabajar en Las señoritas de Avignon, otro pilar del arte del siglo XX.
La habitación roja (o armonía en rojo) (1908)
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Considerada la obra maestra de Matisse, La habitación roja destaca por carecer de un punto focal, una de las ideas propuestas por el impresionismo. Originalmente, la pieza fue encargada para ser una “armonía en azul” destinada a decorar el comedor del famoso coleccionista ruso Sergey Shchukin, pero Matisse no quedó satisfecho con el resultado. Por ello, decidió volver a pintarla haciendo del rojo, su color favorito, el protagonista de la composición. Hoy, la pintura forma parte de la colección permanente del Museo del Hermitage.
La danza (segunda versión) (1909/1910)
Utilizando un motivo que ya estaba presente en el fondo de Le bonheur de vivre, La danza fue creada para el empresario y coleccionista de arte ruso Sergei Shchukin. En ella, un grupo de bailarines gira en círculo. Su movimiento y tensión es palpable. La habilidad de Matisse para pintar una obra tan expresiva usando colores limitados y centrándose en las líneas, en vez de en las sombras y las luces, es un logro increíble.
Esta es la versión final de una conocida pintura ubicada en el MoMA de Nueva York. Esta primera versión, que Matisse consideraba un boceto preparatorio, tiene un estado de ánimo y una energía mucho más ligera. Para la versión final de La Danza, Matisse oscureció la paleta de colores y dio a las figuras una fuerza que no se encuentra en el boceto. Gracias a su magistral uso de la línea y el color, La Danza es considerada como el punto culminante de la carrera de Matisse y un punto de inflexión en el arte moderno.
Desnudos azules (1952)
Después de ser diagnosticado con cáncer de estómago en 1941, Matisse quedó confinado a una silla. No obstante, nunca dejó que este obstáculo se interpusiera en el camino de su creatividad. Comenzó a crear collages de papel cortado con la ayuda de asistentes, quienes pintaron grandes hojas de papel en gouache para el artista. Matisse entonces cortaba el papel en diferentes formas para crear composiciones. A menudo, como es el caso de su serie Desnudos Azules, se transformaban en litografías.
Desnudos Azules es una serie triunfal de cuatro desnudos. Cada uno fue cuidadosamente planeado por Matisse, quien creó estudios en sus cuadernos y pasó varias semanas haciendo los arreglos de papel cortado a su gusto. Así como se basaba en colores limitados en sus pinturas, estos trabajos en papel cortado también favorecen los tonos sólidos. Inspirado por su visita a Tahití veinte años antes, Matisse creó volumen usando formas superpuestas, demostrando una vez más su ojo para la vanguardia. Matisse falleció apenas dos años después de terminar esta innovadora serie.
Este artículo ha sido editado y actualizado.
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