En el siglo XVII, los Países Bajos experimentaron un periodo de prosperidad artística conocida como el Siglo de Oro neerlandés. Durante esta época, los artistas encontraron inspiración en las técnicas de pintura del Renacimiento nórdico, lo que dio origen a obras maestras como La joven de la perla de Johannes Vermeer.
Conocida como la “Mona Lisa del norte”, esta pintura representa lo mejor del arte neerlandés. Aunque La joven de la perla está envuelta en misterio (al igual que la pintura de Leonardo da Vinci), se ha convertido en una de las obras más célebres de la historia del arte.
La joven de la perla en contexto
El artista holandés Johannes Vermeer, quien se especializaba en pintura de género–un tipo de arte que emplea escenas de la vida cotidiana como tema–es conocido por sus obras sobre Delft, la ciudad de Holanda en la que nació, vivió y murió. Específicamente, es conocido por sus representaciones de interiores domésticos y retratos de mujeres, como la figura que aparece en La joven de la perla.
Vermeer pintó La joven de la perla alrededor de 1665. Es una de las 35 pinturas atribuidas al pintor, quien tuvo un éxito moderado en vida. Junto con otro cuadro de género (titulado La lechera), La joven de la perla es la obra de arte más conocida de Vermeer. Sin embargo, no alcanzó fama internacional en el momento de su finalización. Eso ocurrió hasta finales del siglo XX, cuando apareció en Johannes Vermeer, una exposición especial en la Galería Nacional de Arte en Washington, D.C.
“Vermeer de alguna manera se las arregla para desaparecer cuando miras una obra como La joven de la perla“, escribió el crítico Michael Kimmelman en su reseña de la exposición Timeless Contemplation of the Ordinary en 1995. “Y lo que queda son sus ojos extraordinarios, viendo directamente para encontrarse con tu mirada a través del tiempo”.
Sujeto y tema
La joven de la perla retrata a una joven mujer sentada ante un fondo oscuro. Aunque aparentemente intrascendente, este fondo austero y poco profundo contrasta maravillosamente la piel color crema de la figura y sus ojos translúcidos, fijos en el espectador. Además de un exquisito turbante azul y amarillo, luce un gran pendiente de perla en forma de lágrima.
Si bien, en la superficie, esta representación parece tener las características clásicas de un retrato, en realidad se le conoce como tronie. Popular durante el Siglo de Oro neerlandés, un tronie es una pintura de un individuo destinada a ser un estudio. A menudo, los artistas optaban por retratar a estas figuras con prendas “exóticas”, ya que la reproducción de telas opulentas les permitía mostrar sus avanzadas técnicas de pintura.
Así, La joven de la perla, un tronie en toda la extensión del término, no representa a una persona específica. En cambio, muestra a una niña anónima vestida con ropa opulenta que, “como una visión que emana de la oscuridad”, explican los historiadores del arte Arthur K. Wheelock y Ben Broos en el catálogo de Johannes Vermeer, “no pertenece a un lugar o momento específico”.
Técnicas de pintura
La joven de la perla muestra las avanzadas técnicas de pintura de Vermeer, específicamente, su enfoque de la luz, el color y el trabajo con el pincel. Sigue leyendo para conocer cómo cada una de estas áreas contribuye al aspecto general de la pintura.
Luz
Vermeer es conocido por su habilidad para crear contornos y formas usando luz en lugar de líneas. Este enfoque distintivo del modelado es particularmente evidente en el rostro de la figura, que Vermeer representó en planos de luz y sombra. Para lograr esta estética, Vermeer siguió una meticulosa técnica de cuatro pasos, popular entre los artistas del siglo XVII.
Primero, el artista “inventaba” o creaba un dibujo inicial en el lienzo. Luego, elaboraba una pintura de base monocromática, una técnica conocida como “coloración muerta“. Después, añadía color. Finalmente, para que la pieza fuera excepcionalmente luminosa, aplicaba una fina capa de esmalte en determinadas partes del cuadro. Una restauración reciente ha revelado que el pintor hizo esto en dos áreas de La joven de la perla: la sección azul de su turbante y todo el fondo (que, originalmente, habría sido de un verde opalescente).
Color
Además del tratamiento único de la luz del artista, La joven de la perla también ilustra su amor por el color—especialmente, el azul ultramar. Esta pintura está hecha de pigmento derivado de lazurita, un mineral que se encuentra en la piedra semipreciosa lapis lazuli.
Vermeer a menudo incorporó este costoso tono en sus pinturas, reservándolo para representaciones de cortinas, tapicería y, en La joven de la perla, ropa. Si bien es más prominente en la banda de su turbante, también es evidente en las sombras de la tela amarilla, ilustrando el “ uso liberal, casi poco ortodoxo, de este costoso pigmento” por parte de Vermeer.
Pinceladas
Para apreciar el impresionante trabajo con el pincel de Vermeer, solo hay que fijarse en un detalle en La joven de la perla: el pendiente en sí. Desde la distancia, esta gran pieza de joyería parece estar elaborada con exquisito detalle. Sin embargo, tras una inspección más cercana, es evidente que se compone de unos pocos trazos simples que sugieren asombrosamente la forma y el brillo de una perla.
Legado
Hoy en día, La joven de la perla sigue siendo una de las pinturas más famosas del mundo. Además de su contexto fascinante y su estética atractiva, la pieza es famosa por el misterio que la rodea.
“Cuando piensas en la Mona Lisa, ella también nos mira, pero no es atractiva: está sentada en la pintura, autónoma”, señala Tracy Chevalier, autora de la novela histórica best seller, La joven del arete de perla. “Mientras que La joven de la perla está ahí, no hay nada entre ella y nosotros. Tiene esta cualidad mágica de ser increíblemente abierta y misteriosa al mismo tiempo, y eso es lo que la hace tan atractiva”.
Este artículo ha sido editado y actualizado.
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