En 1830, el artista francés Eugène Delacroix describió un nuevo y ambicioso proyecto en una carta a su hermano. “He elegido un tema moderno, una barricada, y aunque no haya luchado por mi país, al menos habré pintado para ella”, escribió. “Me ha devuelto el ánimo”. Este trabajo en curso eventualmente se convertiría en La Libertad guiando al pueblo, una pintura a gran escala que retrata un tema favorecido por los artistas progresistas: la revolución.
Abarcando países, culturas y épocas diversas, el arte inspirado por la revolución—un levantamiento destinado a derrocar un gobierno o un sistema social—no conoce límites. Aquí, exploramos una colección de obras nacidas de este tema político, empezando por la monumental obra maestra de Delacroix.
Descubre cómo las revoluciones en todo el mundo han inspirado al arte durante siglos.
La Libertad guiando al pueblo de Eugène Delacroix
El 14 de julio de 1789, un grupo de revolucionarios invadió la Bastilla, una fortaleza medieval convertida en prisión estatal en París, para protestar contra la monarquía francesa. Conocido como la toma de la Bastilla, este violento evento dio pie a la Revolución francesa, un periodo de agitación política y social. Mientras que la Revolución francesa tuvo lugar a lo largo de diez años, las tensiones se extendieron hasta el siglo XIX, como se evidencia en La Libertad guiando al pueblo.La Libertad guiando al pueblo representa la interpretación alegórica de Delacroix de la Revolución de Julio, un conflicto que tuvo lugar entre el 27 y 29 de julio de 1830. Situado en las calles de París (la catedral de Notre-Dame se puede ver en la distancia), el cuadro presenta a una mujer que conduce a los revolucionarios a la victoria. Se cree que esta figura simbólica, que sostiene triunfalmente la bandera tricolor (la bandera roja, blanca y azul de los revolucionarios y, más tarde, de Francia) y luce un gorro frigio (un sombrero históricamente usado por esclavos liberados), es una versión temprana de Marianne, una personificación de la República Francesa.
Delacroix vivía en París en ese momento, por lo que experimentó el caos de primera mano. “Tres días en medio de disparos y balas, mientras había combates por todas partes”, escribió en 1830. “Un simple caminante como yo corría el mismo riesgo de detener una bala que los héroes improvisados que avanzaban sobre el enemigo con trozos de hierro fijados al mango de una escoba”.
El levantamiento de Honoré Daumier
La Revolución de Julio no sería la última vez que las calles francesas estarían llenas de “combates por todas partes”. En 1848, el país experimentó una serie de revoluciones para derrocar al corrupto rey Luis Felipe I, quien subió al poder como resultado directo de la Revolución de Julio.Honoré Daumier, un artista francés conocido por sus caricaturas, documentó la Revolución de 1848 en El levantamiento, una poderosa pintura al óleo descrita por el coleccionista Duncan Phillips como un “símbolo de toda la indignación humana reprimida”. Mientras que Delacroix, un pintor romántico conocido por sus pinturas llenas de acción, capturó el drama épico de la Revolución francesa, Daumier lo abordó desde la introspección. “La mirada se dirige hacia el interior”, dijo el historiador de arte francés Henri Focillon. “El alborotador está poseído por un sueño que comparte con la multitud”.
Washington cruzando el Delaware de Emanuel Leutze
Antes de que la Revolución de 1789 desencadenara una serie de levantamientos en Francia, otra gran rebelión había comenzado al otro lado del mundo. De 1775 a 1783, las 13 colonias de los Estados Unidos lucharon su independencia del gobierno británico en la Revolución estadounidense, un evento que Emanuel Leutze retrató en Washington cruzando el Delaware.Completada en 1851, esta gran pintura representa un momento crucial en la historia estadounidense: el exitoso ataque sorpresa de George Washington a los hesianos, tropas alemanas que luchaban para los británicos, en Trenton, Nueva Jersey, el 25 de diciembre de 1776. En la obra de Leutze, Washington aparece liderando heroicamente un ejército de 2,400 hombres a través del río helado, capturando el dramatismo de este momento histórico. “Sin la determinación, resistencia y liderazgo exhibidos por Washington al cruzar el río Delaware, la victoria en Trenton no habría sido posible”, explica Mount Vernon, la finca de Washington convertida en Monumento Histórico Nacional.
El 3 de mayo en Madrid de Francisco de Goya
A diferencia de Delacroix, Daumier y Leutze, el artista español Francisco de Goya no buscaba glorificar una revolución. De hecho, El 3 de mayo en Madrid, una de las pinturas más radicales de Goya, revela la oscura realidad de la resistencia. Esta obra rinde homenaje a los civiles españoles que perdieron sus vidas luchando por la liberación de sus líderes y su país durante una de las guerras napoleónicas. Encargada por el gobierno español y terminada en 1808—el mismo año en que se produjo el levantamiento—esta pintura gráfica capta el momento en que los soldados franceses abrieron fuego contra los cautivos indefensos.Considerado uno de los grandes precursores del arte moderno, el trabajo de Goya es a menudo descrito como “revolucionario”. Sin embargo, el famoso historiador de arte británico Kenneth Clark consideraba que El 3 de mayo en Madrid en particular era “el primer gran cuadro que se puede llamar revolucionario en todo el sentido de la palabra, en estilo, en tema y en intención”.
Nuevo planeta de Konstantin Yuon
Compartiendo el dramatismo de El 3 de mayo en Madrid está Nuevo planeta, una pintura teatral del simbolista ruso Konstantin Yuon. Destinado a adornar el telón de un escenario, este cuadro ofrece una interpretación fuera de este mundo de la Revolución de octubre, una insurrección cataclísmica dirigida por el Partido Bolchevique. Ocurrida en el apogeo de la Revolución rusa, un movimiento desencadenado por una serie de pérdidas rusas durante la Primera Guerra Mundial, la Revolución de octubre dio lugar al derrocamiento del gobierno provisional y al establecimiento de Moscú como la nueva capital de la nación—cambios que, para Yuon, convirtieron a Rusia en un “nuevo planeta”.
En el arsenal de Diego Rivera
Menos de una década después de que Yuon completara su visión cósmica de la revolución, el muralista mexicano Diego Rivera pintó En el Arsenal, un fresco ubicado en el Patio de las Fiestas de la sede de la Secretaría de Educación Pública en la Ciudad de México. Esta pieza a gran escala incorpora dos influencias clave en el trabajo del artista: la también pintora (y futura esposa de Rivera) Frida Kahlo, y la Revolución mexicana.La Revolución mexicana, que inició en 1910, fue una crisis política provocada por el creciente desdén de la clase obrera por las políticas elitistas del presidente. Si bien la revolución terminó oficialmente en 1917 con la creación de la Constitución mexicana, la lucha duró hasta bien entrada la década de 1920, provocando la muerte más de un millón de personas. Completada en los últimos años del movimiento, En el arsenal presenta a Kahlo al frente y al centro mientras distribuye armas a los trabajadores convertidos en soldados. Encima de las figuras hay una pancarta inscrita con la letra de “Así será la revolución proletaria”, un corrido, o balada mexicana, de Rivera. “Son las voces del obrero rudo lo que puede darles mi laúd”, se lee en la orla del mural.
Círculo de animales/cabezas del zodiaco de Ai Weiwei
Hoy en día, los artistas contemporáneos siguen encontrando inspiración en la revolución. En Círculo de animales/cabezas del zodiaco, el artista chino Ai Weiwei intenta remediar los desastrosos resultados de la Gran Revolución Cultural Proletaria, un periodo de muerte y destrucción.
La Revolución Cultural estalló en 1966, cuando Mao Zedong intentó fortalecer su control sobre el partido comunista. Además del colapso de la economía y de un número de muertes que probablemente llega a los millones, esta revolución culminó con la destrucción de la cultura material de China, provocando un nuevo aprecio por los artefactos que sobrevivieron.
Para Ai Weiwei, esto incluía la famosa fuente del zodiaco en el palacio de Yuanming Yuan en Beijing, un “sitio popular donde artistas como Ai se reunían a pintar y dibujar”. Adornada con una docena de cabezas de animales, esta fuente del siglo XVIII sirvió de inspiración para Círculo de animales/cabezas del zodiaco, una instalación escultórica que—además de reaccionar contra la esencia de la Revolución Cultural—es revolucionaria en sí misma.
“Mi trabajo siempre es un readymade“, dijo. “Podría ser cultural, político o social, y también podría ser arte—para hacer que la gente vuelva a ver lo que hemos hecho, su posición original, para crear nuevas posibilidades. Siempre quiero que la gente se confunda, que se sorprenda o que se dé cuenta de algo más tarde. Pero al principio tiene que ser atractivo para la gente”.
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