La historia del arte señala que varios artistas estadounidenses como Jackson Pollock, Barnett Newman y Mark Rothko revolucionaron y redefinieron el arte en las décadas de 1940 y 1950. Estos creadores abrieron paso al movimiento del arte abstracto y allanaron el camino para la mayoría de los artistas contemporáneos que practican la instalación, escultura y performance como los conocemos en la actualidad. Sin embargo, muchos no saben de hubo otras figuras innovadoras antes que ellos. El arte moderno comenzó su evolución a principios del siglo XX con movimientos franceses como el cubismo, liderado por Pablo Picasso. No obstante, uno de los primeros artistas en alejarse por completo de la pintura tradicional fue el artista francés Henri Matisse, quien dirigió el movimiento fauvista en la década de 1900.
A principios de la década de 1930, Matisse exhibió sus murales titulados La danza en la Fundación Barnes en Filadelfia. Las formas abstractas y gestuales que representan la forma humana mostraron a la escena artística estadounidense un nuevo tipo de pintura y posiblemente dieron paso al cubismo, el expresionismo y el futurismo. Además, en los años 40 y 50, Matisse se alejó por completo de la tradición de la pintura de caballete en favor de los recortes de papel a gran escala, un gran proyecto que inspiró a muchos artistas modernos y sigue inspirando a creadores hasta nuestros días.
“Desde el momento en que sostuve la caja de colores en mis manos, supe que esta era mi vida. Me lancé a él como una bestia que se lanza hacia lo que ama”, dijo Henri Matisse sobre sus inicios.
¿Quién fue Henri Matisse?
Considerado el más grande colorista del siglo XX y un artista revolucionario que ayudó a definir el arte moderno, el artista francés Henri Matisse hizo su debut en las artes como un pintor posimpresionista. Para 1904 ya era un líder del fauvismo; más concretamente, de Les Fauves (que en francés quiere decir “bestias salvajes”), un grupo de artistas modernos que preferían los colores puros y brillantes y las pinceladas expresivas sobre el realismo.
Habiendo trabajado también como dibujante, grabador y escultor, la colorida obra de arte de Matisse representaba principalmente la naturaleza muerta y la figura humana. Matisse, quien trabajaba con formas fuertes y vibrantes, a menudo usaba el blanco de su lienzo expuesto para crear escenas llenas de luz. Como dijo una vez, “No pinto cosas. Sólo pinto la diferencia entre las cosas”. A medida que su estilo se desarrolló, las representaciones de Matisse se volvieron más abstractas y fragmentadas, hasta que finalmente, durante sus últimos años, creó obras casi exclusivamente utilizando recortes de papel de colores.
Las primeras obras de Henri Matisse: el fauvismo
El fauvismo, que tuvo una duración de tan sólo 4 años (1904-1908), fue dirigido por Matisse y su colega artista francés, André Derain. Caracterizado por pinceladas aparentemente salvajes y colores vivos, el fauvismo podría describirse visualmente como un híbrido de postimpresionismo y puntillismo. El grupo de Les Fauves pintó sus sujetos con un alto grado de abstracción, basándose en las formas más básicas.
Inspirado por las enseñanzas de Gustave Moreau, profesor de la Escuela de Bellas Artes de París, un joven Matisse dijo: “[Moureau] no nos puso en los caminos correctos, sino fuera de los caminos. Él perturbó nuestra complacencia”. En 1896, después de estudiar el impresionismo, Matisse anunció que “no podía soportarlo más” y abandonó su paleta de colores tierra por colores postimpresionistas brillantes.
Matisse y Pablo Picasso
En 1906, Matisse conoció a Pablo Picasso, y aunque se hicieron amigos de toda la vida, también eran rivales, ya que sus obras a menudo eran comparadas. Ambos pintaban la figura femenina y la naturaleza muerta, pero mientras Picasso pintaba de su imaginación, Matisse se inspiraba en la naturaleza. Estos dos grandes artistas se reunieron por primera vez en el salón de París de Gertrude Stein, una coleccionista de arte estadounidense que vivió en la capital francesa. Stein y sus amigos recopilaron cientos de obras de Matisse y Picasso, defendiéndolos como artistas importantes y dándoles la bienvenida a su círculo social de élite.
En 1912, Matisse pasó siete meses en Marruecos, produciendo alrededor de 24 pinturas y numerosos dibujos. En 1917 se trasladó a Niza, Francia, donde residió el resto de su vida, incluso durante la Segunda Guerra Mundial y la ocupación nazi de Francia. Cuando su hijo, Pierre, le suplicó que huyera, él se negó y escribió: “Si todo el que tiene algún valor se va de Francia, ¿qué queda de Francia?”.
Los últimos años de Matisse: los recortes
Diagnosticado con cáncer abdominal en 1941, Matisse se sometió a una cirugía que le cambió la vida y lo dejó postrado a su silla y a su cama. Pintar y hacer esculturas se habían convertido en desafíos físicos imposibles, por lo que desarrolló una nueva técnica expresiva. Comprometido con la forma y el color, tomó un par de tijeras y comenzó a crear collages de recortes de papel.
Con la ayuda de sus asistentes, Matisse recortaba formas abstractas de hojas de colores intensos prepintadas con gouache. Luego, el artista los ordenaba en composiciones llenas de vida. Inicialmente, las primeras piezas eran de tamaño pequeño, pero eventualmente, se convirtieron en murales o obras del tamaño de una habitación. El resultado fue una forma de arte innovadora que no era del todo pintura, pero tampoco escultura, y se convirtió en su medio característico durante la última década de su vida. Hoy en día, la obra del último triunfo artístico de Matisse sigue inspirando a artistas contemporáneos de todo el mundo.
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