Por siglos, los artistas del Renacimiento han sido admirados por los grandes maestros de la pintura. Vincent van Gogh se refirió a las figuras de Miguel Ángel como “magníficas”. En sus primeras obras, Pablo Picasso imitó el estilo de Rafael. El pintor surrealista Salvador Dalí llegó a describir al Renacimiento como el resultado de “genialidad divina”.
Con tantos elogios, es difícil creer que a alguien pudiera desagradarle el arte renacentista. Sin embargo, en el siglo XIX, un grupo de artistas emergentes en Inglaterra formó la Hermandad Prerrafaelita, una sociedad secreta dedicada a denunciar el movimiento y a crear su propia corriente artística.
¿Quiénes fueron los prerrafaelitas?
Los prerrafaelitas fueron un grupo de pintores y poetas que vivieron durante la época victoriana de Inglaterra. Fundado por William Holman Hunt, John Everett Millais y Dante Gabriel Rossetti en 1848, el grupo buscaba hacer frente a los ideales artísticos que se popularizaron durante el Alto Renacimiento. Específicamente, Hunt, Millais y Rossetti creían que el arte estaba en su época dorada antes de Rafael—pintor a menudo elogiado por su enfoque idealizado a la temática—y buscaban devolver el naturalismo y el detalle realista a la pintura.
Para lograr este objetivo, estos tres artistas—así como los pintores James Collinson y Frederic George Stephens, el escultor Thomas Woolner y el secretario William Michael Rossetti—se unieron para crear una hermandad secreta. Inspirados por el arte milenario y apoyados por el crítico contemporáneo John Ruskin, los prerrafaelitas buscaban “volver a la naturaleza” y revitalizar la escena artística europea del siglo XIX.
Los inicios de la Hermandad
Estos artistas trabajaron a escondidas durante un año, renunciando a las clases tradicionales en la Royal Academy of Art para celebrar reuniones secretas en sus casas de Londres. Sin embargo, en 1849 decidieron revelar su trabajo al público exponiendo dos cuadros en la Real Academia: Isabella de Millais y Rienzi de Hunt. Además de sus nombres, los artistas marcaron los lienzos con las iniciales en inglés de la hermandad, “PRB”, aunque los críticos parecieron no darse cuenta de esta pista.
Su debut más formal ocurrió de manera impresa. En enero de 1850 lanzaron la primera edición de The Germ, una publicación que compartía su trabajo y sus opiniones. Además de ilustraciones, grabados y poemas de varios miembros del grupo, The Germ también publicaba ensayos sobre arte y literatura de personas asociadas con el movimiento.
Tras dos números mal recibidos, los prerrafaelitas decidieron cambiar el nombre de su revista por el de Poetry, being Thoughts towards Nature, conducted principally by Artists (“Poesía, siendo pensamientos hacia la naturaleza, dirigida principalmente por artistas”). Sin embargo, este cambio no afectó positivamente a las ventas, y la publicación se canceló al cabo de dos meses.
La disolución de la Hermandad Prerrafaelita
Después de una exposición y una revista fallida, dos controversias afectaron a la Hermandad Prerrafaelita. Primero, Cristo en casa de sus padres—pintado por Millais, uno de los miembros más prominentes del grupo—fue considerado un cuadro “feo” y, por lo tanto, blasfemo. ¿Y quién lideraba la cruzada contra Millais? Nada más y nada menos que Charles Dickens, uno de los escritores más importantes de la Inglaterra victoriana.
En una reseña mordaz, Dickens llamó al Cristo de Millais “un niño horrible, de cuello torcido, llorón, pelirrojo, en camisón, que parece haber recibido un puñetazo jugando en una alcantarilla adyacente, y que lo sostiene para la contemplación de una mujer arrodillada, tan horrible en su fealdad que (suponiendo que fuera posible que alguna criatura humana existiera por un momento con esa garganta dislocada) se destacaría del resto de la compañía como un monstruo en el cabaret más vil de Francia o en el bar más bajo de Inglaterra.”
Además de esta reseña negativa, también hubo problemas dentro del grupo. Después de un viaje a Escocia, Millais se escapó con Effie Gray, la esposa de John Ruskin, uno de sus mayores aliados. Como era de esperar, Ruskin no fue amable con Millais en sus reseñas posteriores, y Millais se distanció del grupo, disolviéndose finalmente en 1853.
Aunque estas controversias sin duda llevaron a la desaparición de la Hermandad Prerrafaelita, el grupo en sí no se construyó sobre una base sólida. En última instancia, sus miembros estaban más conectados por un deseo de sacudir el mundo del arte que por objetivos artísticos compartidos. “Sus objetivos eran vagos y contradictorios, incluso paradójicos”, explica la British Library, “algo que era de esperar en un movimiento juvenil formado por individuos de mentalidad fuerte que buscaban modernizar el arte reviviendo las prácticas de la Edad Media”.
Pinturas prerrafaelitas
Aunque los prerrafaelitas tenían diferentes opiniones y enfoques artísticos, sus pinturas compartían algunas características similares. Entre ellas se encuentran un enfoque naturalista y detallado del arte, un interés en la narrativa y, lo más conocido, la preferencia por mujeres de cabello largo y pelirrojo. Todas estas cualidades están presentes en la Ofelia de Millais, una pintura inspirada en Hamlet de Shakespeare.
Millais terminó la pintura un año antes de que el grupo se disolviera. Aunque fue creada en medio de la controversia, la obra fue un éxito inmediato, y los críticos la llamaron un “tour de force de la representación detallada” y “una de las imágenes más imaginativas y poderosas de la exposición”. Hoy en día, sigue siendo un ícono del movimiento y una joya preciada del Tate Britain, un museo londinense con una extensa colección prerrafaelita.
El legado del grupo
Si bien duró poco tiempo, el movimiento prerrafaelita fue un periodo influyente en la historia del arte. Su trabajo inspiraría a numerosos artistas, incluyendo al pionero de las Artes y Oficios William Morris y al aclamado pintor inglés John William Waterhouse; corrientes artísticas como el Simbolismo; e incluso en la literatura. De hecho, se dice que J. R. R. Tolkien se inspiró en las escenas mitológicas de los prerrafaelitas mientras escribía El hobbit y El señor de los anillos.
Aunque el movimiento prerrafaelita puede no haber sido apreciado o incluso aceptado durante sus efímeros cuatro años de existencia, su legado es evidente hoy, y probablemente lo seguirá siendo en los años venideros.
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