
Gustave Moreau, “La aparición” (detalle), ca. 1886 (Foto: Wikimedia Commons [dominio público])
Si bien la popularidad del simbolismo disminuyó a principios del siglo XX, su influencia ha sido duradera, reflejándose en movimientos posteriores e inspirando a los artistas en los años venideros. Miremos más de cerca este género de ensueño, explorando desde su fascinante origen hasta su encantador legado.
¿Qué es el simbolismo?

Pierre Puvis de Chavannes, “El sueño”, 1883 (Foto: Wikimedia Commons [dominio público])
Llevando este enfoque al siguiente nivel, los simbolistas produjeron estratégicamente obras cuyo contenido (ya sea escrito o pintado) funcionaba como símbolos de ideas más profundas—no como un medio para replicar la realidad. “Toda manifestación de arte se encuentra con un empobrecimiento y un agotamiento fatales”, escribió Moréas en Le Symbolisme, su manifiesto simbolista, “luego siguen las copias de copias, las imitaciones de imitaciones; lo que era nuevo y espontáneo se convierte en algo cliché y común”. En su opinión, canalizar los sueños y aprovechar el subconsciente reviviría las artes y daría nueva vida a un paisaje cultural carente de imaginación.
El movimiento simbolista
Escritura

Frédéric-Auguste Cazals, “7e Exposition du Salon des Cent” (detalle con Paul Verlaine y Jean Moréas), 1894 (Foto: Wikimedia Commons [dominio público])
Además de detallar las cualidades más abstractas del simbolismo, el manifiesto también hablaba de sus consideraciones técnicas. Según Moréas, la poesía simbolista comprende “ondulaciones descendentes”, “elipses misteriosas”, “rima de fluidez abstrusa” y otros instrumentos de escritura favorecidos por los poetas interesados en “lanzar libremente los dardos feroces del lenguaje”. Estos elementos simbolistas son particularmente evidentes en la poesía en prosa de Charles Baudelaire, las complejas obras de Stéphane Mallarmé, y el “arte poético” de Paul Verlaine.
Además de la poesía, los escritores simbolistas también escribieron prosa, que publicaron en periódicos, como Le Figaro, y revistas literarias, incluyendo Le Plume.
Bellas artes

Gustav Klimt, “Judith I”, 1901 (Foto: Wikimedia Commons [dominio público])
Gustave Moreau y Pierre Puvis de Chavannes, por ejemplo, favorecieron temas oníricos enraizados en historias mitológicas y bíblicas; Gustav Klimt prefirió pintar retratos etéreos de mujeres y alegorías surrealistas; Edvard Munch sobresalió en el ámbito de las pinturas y grabados oscuros y lúgubres; y Odilon Redon exploró todo tipo de temas, desde estudios florales flotantes hasta arañas antropomórficas representadas en lo que él creía que era el color más espiritual: el negro.
“El negro es el color más esencial”, dijo Redon. “Transmite la vitalidad misma de un ser, su energía, su mente, algo de su alma, el reflejo de su sensibilidad. Uno debe respetar el negro. Nada lo prostituye. No complace al ojo y no despierta ninguna sensualidad. Es un agente de la mente mucho más que el más bello color de la paleta o del prisma”.
Influencia

Alphonse Mucha, Póster para la exhibición “La épica eslava”, 1928 (Foto: Wikimedia Commons [dominio público])
Muchos escritores posteriores buscaron inspiración en los poetas simbolistas durante décadas. Específicamente, como ha señalado el escritor Wallace Fowley, “desde el rico periodo del simbolismo… la poesía francesa ha estado obsesionada con la idea de la pureza“—un concepto en el que fueron pioneros los poetas simbolistas. Sin embargo, los escritores no son los únicos que se han inspirado en su trabajo. Los compositores también han citado poemas simbolistas específicos como sus musas, siendo Claire de lune de Claude Debussy (una pieza basada en un poema de Paul Verlaine) un ejemplo particularmente famoso.
Los artistas modernistas también se sintieron atraídos por el simbolismo. El artista del art nouveau Alphonse Mucha, una figura contemporánea, adaptó su uso de metáforas e imágenes oníricas para crear pinturas y grabados sinuosos. Los nabis, un grupo de postimpresionistas que amaban el color y que se consideraban “profetas”, también incorporaron símbolos significativos en sus pinturas, mientras que los surrealistas, canalizando el enfoque de los simbolistas en la imaginación, se apoyaron en el subconsciente como fuente de creatividad.
“Lo imaginario”, dijo el pionero surrealista André Breton, “es lo que tiende a convertirse en realidad”.
Artículos relacionados:
Cómo “la Belle Époque” transformó a París en la ciudad que conocemos hoy
Moulin Rouge: Explora la asombrosa historia del cabaret más famoso de París
La historia detrás ‘El beso’, la resplandeciente pintura de Gustav Klimt