Conocido por sus pinturas abstractas y su paleta de colores primarios, Joan Miró (1893-1983) es uno de los máximos representantes del surrealismo. Este artista catalán incursionó en una gran cantidad de medios, como la pintura, la escultura, la cerámica y el arte textil, con lo que logró desarrollar un estilo característico que es onírico e infantil a la vez.
Aquí exploramos la vida y obra de Joan Miró, desde sus inicios figurativos hasta las formas estilizadas y abstractas que dominarían su trabajo posterior.
Inicios
Joan Miró i Ferrá nació el 20 de abril de 1893 en la ciudad de Barcelona. Estudió comercio por deseo de su padre y trabajó algunos años como empleado en una droguería. Sin embargo, estaba decidido a convertirse en artista, por lo que eventualmente ingresó a la academia de arte dirigida por el pintor Francesc d'Assís Galí.
Durante estos años de formación, Miró se familiarizó con los estilos populares del momento, tales como el postimpresionismo, el fauvismo y el cubismo. Estas corrientes tendrían una gran influencia en su época detallista, caracterizada por la minuciosidad y precisión con la que retrataba los objetos de sus cuadros.
Miró viajó por primera vez a París en 1920 y pronto comenzó a frecuentar a la comunidad artística que se reunía en Montparnasse, incluyendo a artistas como André Masson y a Pablo Picasso. Pasó la siguiente década dividiendo su tiempo entre la capital francesa y Montroig, una pequeña comunidad en Cataluña que inspiró la creación de La masía.
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Pintado entre 1921 y 1922, este cuadro retrata la granja familiar de Miró en Montroig, donde el artista solía pasar los veranos. Se trata de una escena de campo: Miró captura todos los detalles de la masía como si se tratara un inventario, desde los animales domésticos hasta las herramientas de jardinería. Todos los elementos son pintados como formas planas y simples, aunque aún mantienen cierto realismo. Si bien le tomó nueve meses terminar esta pintura, Miró la consideraba una pieza clave de su obra, describiéndola como “el resumen de toda mi vida (espiritual y poética) en el campo”.
La masía eventualmente sería adquirida por el autor estadounidense Ernest Hemingway, quien se la dio a su esposa como regalo. “No la cambiaría por ninguna pintura en este mundo”, escribió Hemingway alguna vez. “Tiene todo lo que sientes por España cuando estás allí y todo lo que sientes cuando estás lejos y no puedes ir”.
Época surrealista
Tras contraer matrimonio con Pilar Juncosa en 1929, Miró se trasladó definitivamente a París. Para ese entonces ya estaba familiarizado con el grupo surrealista liderado por André Breton, y pronto descubrió que sus ideales se alineaban. Durante esta época, el pintor se alejó del detallismo de sus obras pasadas y comenzó a enfocarse en el subconsciente y en lo onírico, buscando la automatización de la pintura. El trabajo de Miró se hizo cada vez más abstracto y, de cierta manera, infantil; el artista comenzó a utilizar formas simples en sus cuadros y redujo su paleta de colores a colores primarios, una estética que favorecería por el resto de su vida.
En 1939, poco antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, Miró huyó de París con su familia y se instaló en la comuna de Varengeville-sur-Mer, en Normandía. Fue ahí, en medio del tumulto político que se vivía en tanto en Francia como en España, que inició una serie de 23 pinturas hechas sobre papel llamada Constelaciones. Sobre este periodo de su vida, Miró escribió: “Al producirse la invasión nazi en Francia y con la victoria de los franquistas, estaba convencido de que no me dejarían pintar más, que solo podría ir a la playa a dibujar en la arena y trazar figuras con el humo del cigarrillo. Al pintar las Constelaciones tenía la sensación de trabajar en la clandestinidad, pero supuso para mí una liberación, porque de esta manera no pensaba en la tragedia que me rodeaba”.
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Como su nombre lo indica, las Constelaciones de Miró retratan la belleza del cielo nocturno a través de un laberinto de líneas negras y la ocasional salpicadura de algún color primario. En ellas también encontramos muchas de las figuras características de la obra de Miró, como pájaros, mujeres y estrellas.
Aunque fue una época productiva para el artista, vivir en Francia pronto se volvió insostenible. Tras el bombardeo de Normandía por parte de los alemanes en 1940, Miró decidió regresar a España con su esposa e hija, instalándose en Palma.
Años posteriores
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Después de dejar Normandía, Miró siguió produciendo pinturas sobre papel, pero también empezó a enfocarse en otros medios. A finales de los años 40 comenzó a experimentar con el trabajo en cerámica y con las esculturas de bronce, llegando a producir dos murales de cerámica para el Museo Guggenheim de Nueva York y la UNESCO en París. Al mismo tiempo, su pintura se volvió más impulsiva. Tal es el caso de Mayo 1968, una pintura que hizo en apoyo a las revueltas estudiantiles que ocurrieron en Francia en ese año. Entre salpicaduras negras y manchas de color, Miró retrata el tumulto político y el espíritu revolucionario de los estudiantes.
La explosiva técnica de pintura de Miró evolucionó al grado de llevarlo a acuchillar y quemar sus lienzos en los años 70. Con esto, el artista reforzó su deseo de “asesinar la pintura”, es decir, destruir los ideales y las convenciones de la pintura tradicional.
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En 1983, el director general de Turespaña, Enrique Vasallo, comisionó a Miró para que realizara un logotipo que fuera representativo de España como país. Tomando elementos de otras piezas que había realizado en el pasado, el artista realizó una composición tricolor con un sol en el centro coronado con un asterisco, que representa una estrella . La campaña se tituló Spain everything under the sun (‘España todo bajo el Sol') y fue un éxito rotundo. Considerado el primer símbolo abstracto utilizado para identificar un país, el sol de Miró ha sido descrito como “uno de los logos más perdurables del mundo” y ha sido reconocido a nivel internacional. Sarah Baker, columnista del New York Times, escribió en 2003: “Gracias en parte al logo de España, la imagen de este país ya no está asociada a Franco, la Guerra Civil y Don Quijote. Hoy es un país de vino (Rioja), cine (Almodóvar) y arte (Miró)”.
Legado
Hoy en día, la obra y el espíritu de Miró sigue presente, en parte gracias al trabajo de la Fundación Joan Miró en Barcelona y en Mallorca. Ambas instituciones se han encargado de preservar el legado del artista, a la vez que fomentan el desarrollo y la difusión de nuevas tendencias de arte contemporáneo.
Adicionalmente, varias de sus piezas de arte público todavía pueden verse hoy. Tres de ellas ahora son parte esencial del paisaje urbano de Barcelona, su ciudad natal. Cada una representa un elemento diferente: el gran mural del aeropuerto de Barcelona representa el aire; el mosaico en la plaza de la Boquería se sitúa cerca del mar; y Mujer y pájaro, una escultura monumental, simboliza la tierra. Esta sería la última pieza masiva de Miró: la escultura fue inaugurada sin su presencia debido a su delicado estado de salud, y fallecería tan solo algunos meses después, a la edad de 90 años.
Este artículo ha sido editado y actualizado.
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