No es ningún secreto que los artistas a menudo buscan inspiración en otras figuras, estilos y movimientos creativos. Sin embargo, además del legado de otros creadores, muchas de las figuras más destacadas de la historia del arte también tuvieron musas más personales. Al igual que el interés de Frida Kahlo en su herencia mexicana y la inmersión de Salvador Dalí en el subconsciente, el pintor Paul Klee fue influenciado por su propia formación musical.
Al combinarlo con un lenguaje más cercano a las artes visuales, el conocimiento musical de Klee le permitió desarrollar un estilo sin igual. Aquí exploramos la vida del artista y su singular obra para ilustrar su innegable impacto en el arte moderno.
¿Quién fue Paul Klee?
Paul Klee (1879–1940) fue un artista nacido en Suiza. Involucrado e influenciado por varios movimientos diferentes (incluyendo el expresionismo, el cubismo y el surrealismo) Klee destacó varias disciplinas, como el dibujo, el grabado y, sobre todo, la pintura. De manera similar, empleó ingeniosamente materiales inesperados para producir obras de medios mixtos, desde lienzo y cartón hasta láminas y telas.
Su enfoque vanguardista hacia el arte le valió un puesto de profesor en la Bauhaus, la famosa escuela de arte en Alemania. Durante un periodo de enseñanza de 10 años, en los que dirigió talleres de encuadernación, vitrales y pintura mural, desarrolló una técnica de pintura característica. “Comenzó cada imagen con una marca abstracta: un cuadrado, un triángulo, un círculo, una línea o un punto, y luego permitió que ese motivo evolucionara o creciera, casi como un organismo vivo”, explica el historiador del arte Richard Dorment.
Dorment no es el único que vio las pinturas de Klee como seres sensibles. De hecho, el propio Klee hizo esta comparación. “Las imágenes tienen su esqueleto, músculos y piel como los seres humanos”, explicó en 1908. “Se puede hablar de la anatomía específica de la imagen. Una imagen que representa a ‘una persona desnuda' no debe ser creada por las leyes de la anatomía humana, sino solo por los de anatomía compositiva”.
Si bien Klee tenía un enfoque anatómico de la composición, el contenido de sus obras se inspiró en una disciplina completamente diferente: la música.
Educación musical
Klee, al igual muchos artistas plásticos famosos, nació en una familia creativa. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de sus pares, los padres de Klee no eran expertos en pintura, dibujo o escultura; en cambio, tenían inclinaciones musicales. En concreto, su padre era profesor de música, mientras que su madre era cantante.
Al principio, Klee siguió los pasos de sus padres. Cuando era niño, desarrolló un gusto por la música clásica, y las obras de compositores como Johann Sebastian Bach y Wolfgang Amadeus Mozart estaban entre sus piezas favoritas. A los 7 años, comenzó a tocar el violín, culminando con una temporada como violinista de la Orquesta Sinfónica de Berna cuando tenía 20 años.
Aunque tenía un futuro prometedor, Klee decidió renunciar a una carrera musical y, en cambio, dedicarse al arte a principios de siglo, aunque la música seguiría siendo una musa importante durante gran parte de su carrera. En 1905, casi una década después de cambiar su trayectoria profesional, reveló: “Más y más paralelismos entre la música y el arte gráfico se imponen en mi conciencia”.
Esta conexión duradera con su oficio más antiguo se manifiesta en pinturas que hacen referencia directa a la música. Por ejemplo, en Al estilo de Bach (1919), imagina una partitura musical como un arreglo de símbolos gráficos como follaje, una luna creciente y estrellas. Sin embargo, además de descifrar las similitudes estructurales entre la música y el arte, Klee descubrió una conexión más profunda entre las disciplinas cuando comenzó a explorar la teoría del color.
Teoría del color
En 1914, Klee viajó a Túnez. Inspirado por la vitalidad de las vistas que lo rodeaban, ahí tuvo lugar su mayor desarrollo artístico: una renovada apreciación por el color. “El color se ha apoderado de mí, ya no tengo que perseguirlo, sé que me tiene atrapado para siempre”, dijo. “El color y yo somos uno. Soy pintor”.
Inspirado por esta revelación, estudió obsesivamente y jugó con el color durante varios años. Mientras trabajaba para la Bauhaus, “desarrolló su propia teoría del color basada en un arcoíris de seis partes en forma de rueda de colores”, explica Bauhaus100. “Colocó los colores complementarios en relación con los movimientos que interactúan entre sí, lo que demuestra que esta teoría se basa en transiciones dinámicas”.
Cuando Klee mezcló su enfoque único del color con su formación musical, pudo establecer un estilo que era completamente suyo. Algunas de sus obras —como Polifonía (1932), una pintura que explora la textura musical a través de bloques tonales, y Armonía en azul-naranja (1923),una pieza que combina colores complementarios como si fueran notas musicales— alude directamente a ambos elementos. Sin embargo, muchas de sus piezas más famosas —incluyendo La magia de los peces (1925) y Ad Parnassum (1932)— demostrar su enfoque armonioso de la teoría del color sin referencias específicas, demostrando su capacidad para “improvisar libremente en el teclado de los colores”.
Klee hoy
Hoy, Klee es conocido como un maestro tanto del color como de la forma modernista. En los últimos años, su excepcional obra ha sido objeto de mucho estudio, dando como resultado exposiciones muy esperadas en todo el mundo. Las retrospectivas más notables incluyen Paul Klee. Irony at Work en el Centro Pompidou de París y Paul Klee — Making Visible en el Tate Modern de Londres.
Además de los museos, el legado de Klee se puede encontrar en el aula. A mediados del siglo XX, sus conferencias sobre la Bauhaus se compilaron en un tomo de dos volúmenes y se publicaron como Escritos sobre teoría de la forma y el diseño y, después, como Los cuadernos de Paul Klee. Comparado con El tratado de la pintura de Leonardo da Vinci y descrito por el famoso historiador de arte Herbert Read como “la presentación más completa de los principios del diseño jamás realizada por un artista moderno“, Los cuadernos de Paul Klee siguen siendo un recurso crucial para los creativos contemporáneos en las artes visuales y más allá.
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