Por siglos, los ángeles han adornado grandes obras de arte con su presencia etérea. Ya sea como como estatuas antiguas o como parte de murales modernos, estas figuras aladas se han convertido en un elemento crucial de la historia del arte que trasciende medios, culturas y el tiempo.
Si bien la idea actual de cómo se ve un ángel data del siglo IV, la existencia de figuras angelicales en el arte se remonta a miles de años atrás. Aquí exploramos la historia de estos seres divinos, comenzando por los primeros seres que los inspiraron.
Precursores angelicales
Asiria
En la cultura asiria de la antigüedad, un lamassu era una deidad protectora. También conocida como “toro alado”, esta figura híbrida está formada por la cabeza de un humano, el cuerpo de un bovino o un león, y enormes alas emplumadas.
Debido a su papel como protector y gracias a su apariencia mitológica hermosa, este dios era representado comúnmente en el arte asirio. Los lamassu solían colocarse en pares a la entrada de los palacios; los ejemplos más antiguos se remontan al siglo X a.C.
Antigua Grecia
En Grecia, dos figuras aladas inspiraron a los ángeles en el arte: Eros y Niké. En la mitología, Eros (quien también es conocido por el nombre de su equivalente romano, Cupido) es el hijo de Afrodita y el dios del amor. En el arte del periodo clásico (510 a.C.-323 a.C.), Eros es representado como un adolescente con grandes alas.
Durante el periodo helenístico (323 a.C.-31 d.C.), la popularidad de las esculturas de mármol aumentó. Muchos artistas utilizaron este medio para crear estatuas de los dioses, siendo la Victoria alada de Samotracia uno de los ejemplos más conocidos.
Creada para conmemorar una batalla marítima a principios del siglo II d.C., esta escultura de más de 5 metros de altura representa a Niké, la diosa griega de la victoria. Esta figura hábilmente tallada es famosa por su postura realista, su ropaje fluido y, por supuesto, sus monumentales alas.
Ángeles en la historia del arte
Roma
La primera interpretación artística de un ángel fue encontrada en las catacumbas de Priscila, una cantera utilizada para entierros cristianos en el siglo III.
En una de las cámaras de las catacumbas, una serie de pinturas murales ilustra escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento. Además del Sacrificio de Isaac y de imágenes de la Virgen con el Niño, estos frescos cuentan la historia de la Anunciación—evento bíblico en el cual el ángel Gabriel anuncia a María que tendrá al hijo de Dios.
Aunque se cree que es Gabriel, esta figura no tiene alas. De hecho, fue hasta un siglo después que los artistas comenzarían a asociar estas extremidades con los ángeles.
Bizancio
La primera representación de un ángel con alas data del siglo IV d.C. Adornando lo que se conoce como el sarcófago del príncipe, un sepulcro de mármol encontrado cerca de Turquía, estos grabados en relieve son los primeros de muchos ángeles alados que se encuentran en el arte bizantino.
Durante los siguientes siglos, los ángeles serían los protagonistas de mosaicos dorados, pinturas y otros íconos católicos romanos.
La Edad Media
Los artistas medievales adoptaron la interpretación bizantina de los ángeles, incorporándolos en sus pinturas con fondos dorados. Estos entes alados suelen aparecer volando en el fondo de escenas protagonizadas por figuras sagradas, como la Virgen María y Jesucristo en La Virgen y El niño con ángeles de Pietro di Domenico da Montepulciano.
De forma similar, los mensajeros celestiales suelen aparecer en manuscritos ilustrados, siendo elementos decorativos y personajes en la historia al mismo tiempo.
Renacimiento italiano
Durante el Renacimiento temprano, los artistas siguieron incorporando a los ángeles en sus pinturas. No obstante, a diferencia de las representaciones medievales estas figuras son menos etéreas y más terrenales, una evolución que va acorde con el eventual interés de los artistas del Renacimiento tardío por el naturalismo. Un ejemplo que demuestra este cambio es La Virgen con niño y dos ángeles de Fra Filippo Lippi.
Artistas del Renacimiento nórdico como Jan Van Eyck también reimaginaron las propias alas, reemplazando las plumas doradas por colores del arcoíris.
Neoclasicismo
Inspirados por el realismo del Renacimiento, los artistas neoclásicos optaron por pintar ángeles naturalistas. Representados como querubines al estilo de Cupido y hermosas figuras femeninas, estos ángeles evocan la calidad realista de los primeros modelos del Renacimiento.
Sin embargo, y a diferencia de sus predecesores, los ángeles neoclásicos no solo aparecían en representaciones bíblicas; también figuraban en la iconografía mitológica y en escenas alegóricas inspiradas en el arte clásico, como el famoso Nacimiento de Venus de William Bouguereau.
Modernismo
En el siglo XX, los artistas siguieron mirando al cielo en busca de inspiración. El modernista judío Marc Chagall solía incorporar ángeles a su trabajo, citando su interés personal en el Antiguo Testamento como fuente de inspiración. “La Biblia me fascina desde que soy pequeño”, dijo Chagall. “Siempre me ha parecido que la Biblia es la más hermosa fuente de poesía que jamás haya existido. Desde aquel entonces busco expresar esta filosofía en mi vida y en mi arte”.
Arte contemporáneo
Finalmente, muchos artistas contemporáneos siguen creando obras de arte protagonizadas por ángeles, aunque sus interpretaciones individuales pueden variar del ideal tradicional. Desde los expresivos dibujos de Keith Haring hasta la serie neoexpresionista Angel de Anselm Kiefer, estas piezas y proyectos demuestran que los ángeles son una fuente perenne de inspiración.
“Pienso mucho en la religión porque la ciencia no ofrece respuestas”, dijo Kiefer una vez sobre su fascinación por los temas celestiales. Inspirado por los antiguos escritos de Pseudo Dionisio Areopagita, el artista basó sus propias obras maestras angelicales en los textos espirituales del filósofo, algunos de los cuales denotan una “jerarquía celestial” que clasifica a los ángeles en diferentes niveles entre el cielo y la tierra.
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